Tania Castro Gonzales
K’antu y Q’ente – La flor del kantu y el colibrí
El sol ama a la luna pero no puede verla casi nunca porque ella vive de noche. La luna ama al sol y, hace ya bastante rato, tiene ganas de besarlo. Pero ella tampoco puede verlo de día porque él no sale de noche.
El sol guarda en su corazón el huevo de un avecita especial que mueve sus alas de tornasol tan rápido como sus latidos. Q’ente se llama. Picaflor. Colibrí.
Un día, de tanto amor, el corazón del sol se rompe y de su centro calientito nace el picaflor, el colibrí, el Q’ente.
La luna también tiene un corazón especial, especialísimo, su corazón es una flor, su corazón es un k’antu.
Un buen día, ambos, sol y luna, dejan salir de su pecho a sus corazones para que al fin se encuentren sobre nuestra Madre Tierra, y se toquen, se besen, se alimenten mutuamente.
Son tan uno para el otro, que en todo el cosmos sólo el Q’ente nace con el pico laaaaargo como los besos que le da a su amada, porque profundo es el corazón de la luna, profunda es la flor del K’antu.
Toda vez que vuelve a nacer un Q’ente o nace la flor del k’antu, sol y luna vuelven a amarse, se besan eternamente.
¿Y tú, has visto alguna vez un Q’ente besando a K’antu?
Yo, sí.